Las puertas de una nueva vida

Me iba a casar con un monstruo y lo sabía. Los ojos estaban tan adentro de su cara que casi no se veían por la sombra. Seguramente nos veíamos mal besandonos en público, la gente nos miraba asqueados pero lo que no se notaba desde afuera era lo bien que besaba, mejor que nadie. El juicio que nos caía encima cada vez que pasabamos por la plaza agarrados de las manos, nos abarrotaba, aun así, nunca le solté la mano. La gente jamás iba a entender como me acostaba todas las noches con alguien que a la luz era declarado un monstruo. Mañana nos casamos en una catedral que queda bajo tierra, en la capital de Erks, ya que, tras ser una pareja tan inconvencional, no nos permitieron casarnos en la catedral de nuestra ciudad, era muy feo para el cristianismo. Aunque la luna no se vea la noche de nuestra boda, al mirarlo a los ojos hundidos, rasgados, opacos me di cuenta que amo lo monstruoso. Aprendí a que me gustara lo feo que es. Ya me lo habían dicho, hace unos días me leí las cartas.



1 comentario: